La pedagogía ya se conoce desde hace décadas, pero es ahora cuando se está volviendo más popular. El método de Maria Montessori se basa en la hipótesis de que los niños son diferentes y deben desarrollarse de acuerdo con su propio ritmo y su esquema de desarrollo individual. Además, afirma que la tarea principal de los padres es hacer caso del niño y apoyarlo en sus decisiones durante sus etapas de desarrollo. Un ejemplo de ese apoyo es diseñar el entorno en el que vaya a pasar tiempo como él quiera. Una de las principales hipótesis de la pedagogía de Montessori es crear la habitación adecuada para el niño, donde pueda moverse y conocer el mundo sin impedimentos.
¿Cómo podemos crear un espacio así?
- Según la concepción de Montessori, el espacio del niño debe estar libre de todo peligro o riesgo. En teoría, el infante debe poder explorar y conocer el lugar que le rodea sin obstáculos, así que nuestra prioridad debe ser proteger todos los objetos potencialmente peligrosos como los bordes afilados, los enchufes, las mesas de vidrio o los cables. Así no sólo nosotros como padres nos sentiremos más seguros, sino que no tendremos que avisar a nuestro pequeño cada poco de que no puede meter las manos en los enchufes, o acercarse al armario de vidrio. Aunque todos estos avisos tienen como objetivo garantizar su seguridad, acaban distrayéndolo y no le permiten moverse por la habitación con libertad.
- Abraza la sencillez: según Maria Montessori, el espacio del niño debe ser sencillo y estar limpio y ordenado. No puede estar hecho un desastre ni tener juguetes interactivos y ruidosos por ahí tirados. Cada cosa del peque debe tener un lugar específico. En las habitaciones del estilo de Montessori predominan las cestas, las cajas y los estuches en los que el niño pueda meter sus cosas al acabar de jugar. Estos recipientes deben estar hechos de materiales naturales como algodón, fieltro, mimbre o madera, y tienen que colocarse en lugares accesibles para el niño de manera que pueda sacar y meter las cosas que necesite en todo momento.
- Un lugar para la naturaleza: esta regla también se aplica a los materiales que usamos para construir el espacio del niño. Podemos usar esos recipientes de materiales naturales, poner macetas de flores en la habitación del niño o asignar un lugar para guardar todos los tesoros que recoja del bosque o del parque, como piñas, piedras o palos. Según la pedagogía de Montessori, el contacto con la naturaleza es fundamental, por eso la mayoría de los juguetes de esta corriente están hechos de madera y materiales naturales.
- Los colores de la habitación deben adaptarse de manera intuitiva a las necesidades y preferencias del peque, sin olvidarnos de que sean coherentes y armónicos. Todos los colores básicos que evoquen tonalidades de la naturaleza con bienvenidos, pero recomendamos contrastarlos con un tono más fuerte en una de las paredes, por ejemplo. En las habitaciones Montessori reina la paz y el orden, pero a la vez se ve que es un lugar repleto de vitalidad.
- Los muebles cumplen uno de los papeles fundamentales en una habitación diseñada según el método de Montessori. Deben adaptarse a la edad del infante y a sus capacidades motrices. En cualquier caso, se sigue la regla principal de que el peque debe tener un acceso ilimitado a todos los armarios, estanterías y rincones. Los muebles deben elegirse pensando en satisfacer y apoyar el desarrollo del niño, de manera que den lugar a un espacio que estimule a experimentar, crear y ser independiente.
Uno de los muebles principales de este tipo de habitaciones es la cama, que en este caso no sólo sirve para dormir. Ha de ser un lugar para jugar, descansar, reflexionar y ser creativos. Las mejores opciones son las camas bajas y las cunas de fondo bajo para que los niños más pequeños puedan entrar y salir a sus anchas. Las barreras protegen al niño de una posible caída, pero a la vez no limitan sus movimientos. Esto apoya su independencia y resalta su autonomía, lo que según Montessori es importantísimo en cuanto al desarrollo de las pequeñas personitas.